martes, 1 de noviembre de 2011

Las aventuras de Tintín: el secreto del unicornio

Buena

Las adaptaciones nunca son fáciles, y más si lo que uno se propone adaptar es un cómic que comenzó a publicarse en 1929 y que arrastra a una legión de fans incondicionales en todo el mundo. Un trabajo como ese sólo podía emprenderlo Steven Spielberg, con su más que probada experiencia en películas para público infantil y no tan infantil (Los Goonies, E.T., Indiana Jones, etc.) y si se alía con Peter Jackson, experto en adaptaciones titánicas (El Señor de los Anillos, King Kong, The Lovely Bones), pues mejor que mejor.
El resultado es un guión emocionante y sobre todo un auténtico alarde de tecnología 3D. Con Tintín pasa como con Avatar: se demuestra que las nuevas formas de hacer cine de animación, y en especial el motion capture están avanzando hasta convertirse en ese cine espectacular que prometía ser. Y desde luego en la película se aprovecha ese elemento de vistosidad hasta el punto de incluir escenas no muy necesarias con el único propósito de lucirse (esa guerra de grúas no justificada, ¿por qué?)
Si bien Tintín da algo de grima al principio con esa mezcla incómoda de dibujo y realidad (aportada por Jamie Bell, el célebre Billy Elliot), esa sensación pronto desaparece y la película se convierte en una sucesión de aventuras, humor y nostalgia muy recomendable.
Quizá los más Tintinófilos reprochen al director las licencias que se ha tomado con las obras de Hergé, que son unas cuantas (Tintín jamás lleva armas en los cómics) o les parezca un abuso la idea de fusionar tres historias publicadas en diferentes tomos en una única película, ya que se utilizan elementos de El secreto del unicornio, El tesoro de Rackham el Rojo y El cangrejo de las pinzas de oro sin acabar de cuajar ninguno. Y así como en el argumento Spielberg ha hecho un poco lo que ha querido, con los personajes ha hecho otro tanto de lo mismo, y esto le está valiendo más de una crítica furiosa de aquellos que leían Tintín en su infancia. Pero está claro que una adaptación al cine es eso, una adaptación al cine y no un cómic animado, y alguien como Spielberg puede tener este tipo de ideas y salir airoso.
Sea como sea, la película es muy emocionante, visualmente preciosa, con transiciones entre escenas surrealistas y llenas de humor y con infinidad de guiños a las historietas originales, incluyendo un resucitado Hergé al comienzo del film.

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