miércoles, 9 de noviembre de 2011

La censura en el cine


Es de sobra conocido la censura que sufrió el cine durante los años del franquismo. En ninguna escena podían aparecer escotes, besos, seducción o referencias a la dura política de la época.
Amputaron cientos de películas suprimiendo secuencias e, incluso, sustituyendo diálogos enteros mediante el doblaje.

El Estado se impuso el derecho de controlar aquello que las películas querían transmitir. Ellos mismos sabían que era muy importante la influencia que ejercían estas obras y que debían mantener una ''moral recta'' (para conseguir ciudadanos dóciles).

Es sonado el caso de la película Mogambo, en la que sus protagonistas viven un apasionado adulterio, sufrió un drástico cambio. Los censores no veían nada bien esto y les convirtieron en hermanos, dejando como resultado una relación fraternal bastante extraña y encaminada al incesto.

Cartel de la película 'Diario de una Ninfómana'
que fue censurado.
Pero muchas otras películas extranjeras también sufrieron las leyes franquistas. Cleopatra, Doctor Zhivago, Casablanca, Tarzán, Salomón y la reina de Saba, Un americano en París...

Finalmente, la censura se abolió el 11 de noviembre de 1977 y los directores fueron libres de incluir aquellas escenas que consideraran oportunas. El resultado de esta completa libertad fue, como todos conocemos, el destape.

Parece que estas prácticas han sido dejadas atrás, pero nada más lejos de la realidad. Aún hoy siguen existiendo los censores que vetan carteles de películas y filmes enteros. En el 2009, sin ir más lejos, la ministra de cultura Ángeles González-Sinde decidió que la película 'Saw VI' debería ser calificada de película X por hacer apología de la violencia. Una sorpresa aún mayor cuando recordamos que las cinco partes anteriores fueron estrenadas sin problemas.

Otro ejemplo es el de 'Diario de una ninfómana'. La empresa Publisistemas (encargada de los anuncios en las paradas de bus) decidió no mostrar el cartel de la promoción por considerarla gratuitamente provocativa. Un pensamiento que nos recuerda más al franquismo que a una sociedad tolerante como se supone que es la nuestra. Lo único que consiguen con la censura es envolver la obra de polémica y levantar expectación entre el público.

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