martes, 25 de octubre de 2011

ESTAMPA: el arte contemporáneo ha llegado al IFEMA

El pasado fin de semana (del 20 al 23 de octubre) se produjo en el recinto ferial Juan Carlos Primero, en Madrid,  la 19ª Feria Internacional de Arte Múltiple Contemporáneo, Estampa.


Cuando llegué, lo primero que llamó mi atención fue lo descuidado del ambiente: parecía simplemente una nave industrial, tanto por la poca afluencia de público como por las malas condiciones (los stands parecían colocados a última hora, apresuradamente, por algunas zonas se veían cables por el suelo…). Sin embargo, también es verdad que esto se olvidaba al contemplar las paredes, todas llenas con creaciones de las diferentes galerías que exponían en la feria.

Las propuestas que allí se presentaban eran de lo más variado: desde lo típico del arte contemporáneo (tipo esculturas abstractas de aluminio que intentan ser rompedoras, pero que son lo mismo de siempre) hasta nuevas formas de expresión, como el videoarte llenaban el recinto. También me pareció curiosa la existencia de varias reinterpretaciones de los clásicos, como Las Meninas de Velázquez y el Guernica de Picasso (o el Gernika de Pikachu para Galerías Hola Por Qué).

Por otro lado, ciertas Galerías, como Cayón, apostaron por el arte basado en efectos ópticos del color, construyendo todas las escalas cromáticas a base de primarios.



Otro de los stands que llamó mi atención, aunque quizás de forma algo negativa, fue el de la Fundación Antonio Pérez, con creaciones de un marcado carácter nacionalista: entrar en su stand era como llegar a la plaza de Colón el día que España ganó el mundial. Sólo se veía amarillo y rojo por todos los lados. Desde banderas españolas compuestas mediante la técnica del collage hasta un cepillo con las cerdas pintadas con dichos colores. Si bien es cierto que no tengo amplios conocimientos de arte, me da la impresión de que centrarse en un único tema (ya sea el nacionalismo o cualquier otro) es ponerle límites a la expresión.





Las obras de Ramiro Undabeytia Loizaga, en especial la de “Los tres mosqueteros”, hacían un guiño a la vida cotidiana y la infancia con un carácter hiperrealista, al contrario que las de Soledad Córdoba (para mi gusto, dueña de uno de los mejores trabajos de la exposición), con un carácter que, aunque sin llegar al surrealismo, tocó alguna de mis fibras sensibles.



En conclusión, buen lugar para conocer el panorama artístico nacional actual, aunque salí con la ligera sensación de que hemos llegado a un momento en lo que todo (y nada) es ya arte.

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