jueves, 24 de octubre de 2013

Gravity, de Alfonso Cuarón




Cuando se anunció el estreno de Gravity, la atención de espectadores y crítica se centró en la parte visual. Se hablaba de una reinvención del 3D, de una experiencia sensorial que te transporta al espacio exterior y que cumple los deseos de aquellos que alguna vez quisieron ser astronautas. ¿Cuándo pasó algo parecido, cuándo se formó tanto revuelo por innovaciones visuales? Ah, sí. Avatar.

Y sin embargo y al contrario que en la película de James Cameron, Gravity funciona también en la trama. Sigue una estructura simple, el viaje iniciático que todos conocemos desde La Odisea: protagonista con apenas experiencia se encuentra en una situación límite y debe superar una serie de obstáculos para volver a casa. Mientras tanto, se van revelando características del protagonista para que empatices con él. “Todo es Ulises” decía la escritora Irati Jiménez, quien a su vez lo escuchó de su profesor de guión en la Universidad de Navarra. Y a pesar de todo, la película funciona, atrapa al espectador y consigue hacerte olvidar cosas como Miss agente especial.


 Sandra Bullock ha querido reinventarse y no ha podido escoger una película más difícil para hacerlo. Embutidos en sus trajes espaciales, tanto ella como George Clooney dependían únicamente de su voz y su lenguaje corporal, entorpecido por la gravedad cero, para transmitir. Hasta sus rostros permanecen ocultos en gran parte del film.
George Clooney no brilla, pero no porque trabaje mal, sino porque Gravity es una historia de un único personaje, y Bullock tiene la misión de sostener la trama casi todo el tiempo. Cuarón sabía dónde se metía y por eso recurre a giros y estructuras de guión seguras y mil veces probadas, y de paso consigue imágenes que dejan con la boca abierta. Esa visión de la astronauta en posición fetal, flotando dentro de la nave, se queda grabada en la retina del espectador.

Es posible que uno de los mayores fallos de este guión sea, precisamente, ensalzar el personaje de Bullock de tal manera que llega a resultar forzado. La primera premisa del buen cine es “enseña, no cuentes”, y casi todo lo que sabemos de la doctora Ryan Stone se nos dice y no se nos muestra. “Tenía una hija y murió”, ergo, te caigo bien y deseas que regrese a la Tierra. La situación da poco margen para que las acciones de la doctora definan su personalidad. Pero aún así te perdonamos, Gravity.


Se ha hablado mucho de las licencias de guión que se han tomado científicamente hablando. Pero estamos hablando de cine. Si a alguien realmente le importa que la estación espacial y el telescopio Hubble estén en órbitas distintas, es que no sabe disfrutar de la ficción cinematográfica.

Gravity es, por último, una película maravillosa para ver en pantalla grande y una historia que engancha, con una premisa muy interesante. Este tipo de “cine espacial”, que no ciencia-ficción, ofrece muchas posibilidades más allá de lo que enseña esta película, así que constituye un estupendo punto de arranque a obras más ambiciosas e, indudablemente, se trata de un punto de inflexión en cuanto al uso de la tecnología visual. Bien hecho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

En Culturela queremos conocer tu opinión. Todos los comentarios serán bienvenidos siempre y cuando sean respetuosos con los autores y con los otros usuarios.